Capítulo 1
Borges: ¿Cuándo nos conocimos? A ver... Yo he
perdido la cuenta de los años. Pero creo que fue en casa de Bioy Casares, en la
época de Uno y el Universo.
Sábato: No, Borges. Ese libro salió en 1945.
Nos conocimos en lo de Bioy, pero unos años antes, creo que hacia 1940.
Borges: (Pensativo) Sí, aquellas reuniones...
Podíamos estar toda la noche hablando sobre literatura o filosofía... Era un
mundo diferente... Ahora me dicen, sé, que se habla mucho de política. En mi
opinión les interesan los políticos. La política abstracta, no. A nosotros
nos preocupaban otras cosas.
Sábato: Yo diría, más bien, que en aquellas
reuniones hablábamos de lo que nos apasionaba en común a usted, a Bioy, a
Silvina, a mí. Es decir, de la literatura, de la música. No porque no nos
preocupara la política. A mí, al menos.
Borges: Quiero decir, Sábato, que no se hacía
ninguna referencia a las noticias cotidianas, fugaces.
Sábato: Sí, eso es verdad. Tocábamos temas
permanentes. La noticia cotidiana, en general, se la lleva el viento. Lo más
nuevo que hay es el diario, y lo más viejo, al día siguiente.
Borges: Claro. Nadie piensa que deba recordarse
lo que está escrito en un diario. Un diario, digo, se escribe para el olvido,
deliberadamente para el olvido.
Sábato: Sería mejor publicar un periódico
cada año, o cada siglo. O cuando sucede algo verdaderamente importante:
"El señor Cristóbal Colon acaba de descubrir América". Título a
ocho columnas.
Borges: (Sonriendo) Sí... creo que sí.
Sábato: ¿Cómo puede haber hechos
transcendentes cada día?
Borges: Además, no se sabe de antemano cuáles
son. La crucifixión de Cristo fue importante después, no cuando ocurrió. Por
eso yo jamás he leído un diario, siguiendo el consejo de Emerson.
Sábato: ¿Quién?
Borges: Emerson, que recomendaba leer libros,
no diarios.
Barone: Si me permiten... aquel tiempo en que
se encontraban en lo de Bioy...
Borges: Caramba, usted se refiere a aquel
tiempo como si fueran épocas muy lejanas. (Pareciera evocarlas). Sí, claro,
cronológicamente son lejanas. Sin embargo siento, pienso en aquello como si
fuera contemporáneo. Además, nos reuníamos pocas veces.
Sábato: El tiempo no existe, ¿no?
Borges: Quiero decir... Como yo sigo
mentalmente en esa época... y además la ceguera me ayuda.
Se produce una larga pausa.
Borges: Recuerdo la polémica Boedo-Florida,
por ejemplo, tan célebre hoy. Y sin embargo fue una broma tramada por Roberto
Mariani y Ernesto Palacio.
Sábato: Bueno, Borges, pero aquel tiempo no
fue el mío.
Lo dice con sarcasmo.
Borges: Sí, lo sé, pero recordaba esa broma
de Florida y Boedo. A mí me situaron en Florida, aunque yo habría preferido
estar en Boedo. Pero me dijeron que ya estaba hecha la distribución (Sábato se
divierte) y yo, desde luego, no pude hacer nada, me resigné. Hubo otros, como
Roberto Arlt o Nicolás Olivari, que pertenecieron a ambos grupos. Todos sabíamos
que era una broma. Ahora hay profesores universitarios que estudian eso en
serio. Si todo fue un invento para justificar la polémica. Ernesto Palacio
argumentaba que en Francia había grupos literarios y entonces, para no ser
menos, acá había que hacer lo mismo. Una broma que se convirtió en programa
de la literatura argentina.
"Diálogos: Borges/Sábato". Orlando Barone.
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